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Bullying o acoso escolar: prevención y actuación

  • Por Omnia Psicología
  • 08 may, 2018

En la actualidad trágicamente una multitud de niños sufren acoso escolar por parte de un grupo de chicos/as o por un solo sujeto agresor. Según los datos publicados, la tasa media de niños que sufren acoso escolar en España es de un 9.3%, afectando más a las niñas (10,6%) que a los niños (8%), siendo la edad de riesgo para ambos entre los 10 y 15 años.


Las víctimas pueden sufrir acoso tanto dentro del centro escolar como fuera, pudiendo presentar acoso a nivel verbal (directo o indirecto) o a nivel físico. Por ello es importante que se detecte lo antes posible dónde está el foco, para poder ponerle freno y realizar ciertas pautas de actuación por parte de los padres, del colegio y del niño.


Las causas de la violencia tanto físicas como verbales son complejas y múltiples, y  surgen de las interacciones entre las personas y los entornos del niño. Existen ciertos factores de riesgo como la falta de límites, modelos violentos de interacción entre el núcleo familiar y social, población en riesgo de exclusión social, justificación de la violencia en el entorno, falta de la promoción de valores… También existen factores protectores o de protección ante este tipo de comportamientos, como son los modelos sociales basados en la comunicación, en la empatía, en el respeto, en la solidaridad, familias que inculcan actividades de ocio constructivas, que se implican en la educación y en el colegio, entre otros.


En muchos casos cuando se detecta el acoso, las víctimas acaban cambiando de ambiente, es decir, cambian de colegio o de clase para poder poner fin a la situación. Este cambio resulta muy tranquilizador para la víctima, ya que se aleja del agresor o agresores y del foco de malestar y estrés que causa esta situación. Pero el cambio puede resultar también estresante para el niño, ya que tiene que pasar por un proceso de adaptación a la nueva situación y comenzar a poner en marcha aquellos recursos, habilidades personales, sociales y comunicativas, para comenzar a integrarse en el nuevo ambiente escolar y social.


Es importante que los padres tengan en cuenta algunos signos o señales de alarma que pueden ayudar a percibir y a observar si le está ocurriendo algo al niño o si sufre un posible inicio de acoso. Estas son algunas de las señales más habituales:


  • No querer ir al colegio: lo intentan evitar y lo verbalizan habitualmente, siendo común inventarse algún malestar físico, alguna enfermedad para poder quedarse en casa y evitar ir.
  • Problemas en la calidad del sueño y posible presencia de pesadillas sobre el acoso habitual que tiene del agresor o agresores.
  • Ánimo triste, nervioso, preocupado, negativo, miedoso, desconfiado…
  • A nivel social suele tener pocos amigos o en algunos casos ninguno.
  • Puede presentar señales físicas como heridas, moratones, presencia de roturas en prendas de ropa, objetos rotos, objetos que le han desaparecido…
  • Afectación en el rendimiento escolar, problemas de concentración, desmotivación, cambios en los resultados de la notas…
  • Abandono o pérdida de interés de actividades que anteriormente eran gratificantes.


Si se percibe algunas de estas señales es importante que se establezca con el niño un diálogo en el que se le    trasmita apoyo, empatía, escucha y ayuda para poder plantear estrategias para afrontar y crear alternativas                                                                               de acción para la situación.


El primer paso es comunicarlo al colegio, para que se ponga fin lo antes posible, identificando adecuadamente las conductas de maltrato existentes, plantear posibles alternativas de prevención y valorar las más adecuadas, proponer un protocolo de actuación específico para poder responder a la situación y poner a disposición del profesorado los recursos pertinentes para poder manejar este tipo de situaciones.


El abordaje y la comunicación entre los padres y los miembros del colegio es fundamental para poder implantar el plan de actuación y abordar estos conflictos de una forma educativa. Además, es importante trabajar y dotar de habilidades y recursos personales para la víctima, como de reeducar y modificar las conductas del agresor. Es preciso fomentar y sensibilizar tanto a las familias como a los alumnos, sobre los efectos y las consecuencias de los comportamientos de intimidación y agresión (verbal y física).


¿Qué consecuencias psicológicas puede provocar el acoso en el niño?

  • Aislamiento social.
  • Baja autoestima, deteriorando su autoimagen y su autoconcepto.
  • Posible afectación en el rendimiento académico (atención, memoria…).
  • Problemas en la conciliación del sueño.
  • Problemas de alimentación.
  • Trastornos de ansiedad.
  • Trastornos del estado de ánimo (depresión, apatía, abulia…).
  • Problemas psicosomáticos.


Si ha detectado alguna de estas señales y cree que su hijo sufre algún tipo de problemas o presenta malestar psicológico en el ámbito escolar o social, no dude en acudir a un profesional para descartar, prevenir o abordar esta situación y poner fin al acoso.


Por Omnia Psicología 9 de noviembre de 2021

Como ya se trató en la primera parte del artículo, la resiliencia no es una capacidad innata, sino que se adquiere y se aprende. Por ello, las personas resilientes, tienen una forma de pensar, de actuar o de interpretar los acontecimientos, que les lleva a recuperarse y recomponerse brevemente de las experiencias dolorosas, aprendiendo de ellas. Esto es lo que les hace ser más fuertes emocionalmente.

Estas son algunas de las características psicológicas de las personas con resiliencia:

  • Creativos. Son capaces crear soluciones diferentes y creativas cuando otras no funcionan, además de ser una forma diferente y menos dolorosa de ver los problemas.
  • Optimistas. Tienden a ver las cosas desde la posibilidad, afrontando las situaciones adversas con humor, optimismos y relativizando lo ocurrido.
  • Autoconcepto positivo. Confían en sus capacidades y son conscientes de sus limitaciones.
  • Son flexibles, aceptan los cambios y tiene iniciativa para crear conductas dirigidas hacia una meta.
  • I ntrospección y capacidad de autocrítica.  Aprenden de sus errores y se adaptan a las circunstancias cuando éstas lo requieren. Además, tienen un estilo cognitivo positivo y con objetividad a la hora de actuar y analizar las cosas.
  • Buscan ayuda cuando lo necesitan, ya que consideran que el apoyo social es necesario para poder crecer personalmente.
  • Valoran su propia independencia. Deciden y toman sus propias decisiones, fomentando la habilidad de tomar distancia emocional o física cuando la situación lo requiere, poniendo límites y decidiendo hasta dónde quieren dar y aceptando hasta dónde puede llegar.
  • Capacidad de relacionarse . Son personas asertivas, crean y mantienen vínculos sanos y afectivos con otras personas, de querer y ser querido.
  • Sentido del humor . Esta habilidad les hace sacar lo cómico a las situaciones adversas, viendo la parte divertida de los problemas y relativizando la situación.
Por Omnia Psicología 26 de abril de 2020
Resiliencia. Pretendemos mostrar cómo es la persona resiliente y por qué en esta situación en la que nos encontramos con el COVID-19 es más necesario que nunca hablar de este novedoso concepto.
Por Omnia Psicología 27 de marzo de 2019
¿Cómo saber si mi hijo está deprimido? En el anterior blog vimos qué era la depresión infantil, pero ¿qué señales pueden darme pistas de que estamos ante estos casos? En este blog se proporcionan señales que nos puedan ayudar a detectarlo para poder buscar ayuda.
Por Omnia Psicología 18 de marzo de 2019
¿Cómo saber si mi hijo está deprimido? Muchas veces puedo ver a mi hijo triste, pero ¿cómo se que estamos ante una situación cotidiana normal o ante un problema grave? En el siguiente blog se pretende conocer este problema así como las posibles señales para detectarlo.
Por Omnia Psicología 2 de diciembre de 2018
Los niños en la infancia suelen tener muchos miedos y muy variados. Pero ¿qué podemos hacer? ¿cómo se les puede ayudar? En este blog se busca entender que miedos suele haber, y cuando suelen aparecer.
Por Omnia Psicología 26 de enero de 2017
¿Tienes dificultades para dormir? ¿Te levantas muy temprano? ¿O te cuesta dormirte? ¿Te levantas cansado? Es necesario dormir porque así somos capaces de conseguir un equilibrio físico y psicológico básico de las personas ¿Qué pautas podemos seguir? A continuación.
Por Maria Raquel Cruz Carpena 29 de diciembre de 2016

Muchas veces nos encontramos con situaciones en las que los niños nos mienten. Unas veces son mentiras inofensivas, sin embargo, hay otras ocasiones en las que los niños crean mentiras con un verdadero objetivo para conseguir algo, ya sea esconder algo que les avergüenza o engañar para conseguir un privilegio. Raquel Cruz Carpena, psicóloga en MIP Salud, nos ayuda a entender las mentiras de los niños y cómo afrontarlas.



¿POR QUÉ MIENTEN?

Dependiendo de la edad y el momento evolutivo en el que el niño se encuentra, podemos encontrar diferentes motivos:

  • Los niños menores de 3 años , no pueden mentir, ya que no tienen esa capacidad de pensamiento suficiente para elaborar una excusa. Lo que dicen, lo dicen convencidos de que es real.

  • Hasta los 6 años , la mentira se suele producir como parte de los juegos o de la fantasía en la que viven. No obstante, ya cerca de los 7 años, empiezan a distinguir lo que es cierto y lo que no, y por lo tanto se vuelven intencionadas y premeditadas.

  • Desde los 7 años , las mentiras ya son intencionadas y elaboradas. Pueden producirse por inseguridad, por probar a los padres a ver lo que aguantan, por conseguir algo en su beneficio, por esconder u ocultar algo, por conseguir intimidad o porque saben que está mal… Pueden mentir por:

          - Miedo . Es lo más frecuente. Fundamentalmente, por miedo a hacer mal las cosas, a los castigos, a lo que piensen los demás… pueden mentir o incluso echar las culpas a otros. Por ejemplo, en un grupo de adolescentes, pueden mentir diciendo que han hecho algo cuando no es verdad por miedo al rechazo.

           - Exigencia . Si creen que se espera mucho de ellos, van a hacer lo que sea por cumplir las expectativas. Por ejemplo, si el padre le pide las notas y no ha sacado las notas que el padre espera, habrá posibilidades de que mienta y que diga que no se las han dado aún.

          - Imitación de los padres . Si ellos ven la mentira constantemente, aprenden a hacerlo como algo normal y cotidiano. Por ejemplo, si a la madre le hacen un regalo y no le gusta pero dice que es muy bonito. Es una mentira “piadosa” pero que el niño ve que es mentira, y que tú lo haces también.

        - Llamar la atención . Si se sienten solos o poco atendidos, pueden querer llamar la atención, inventando cualquier cosa. Por ejemplo, niños que dicen que les duele la cabeza y no es verdad, pero así consiguen mimos.


¿CÓMO PUEDO SABER SI MIENTE?

Aunque cada niño es único y se comporta de manera diferentes, hay algunos aspectos globales que podemos identificar y que nos pueden ayudar a detectar si el niño miente:

  • Lenguaje no verbal . Podemos percibir que el niño está más nervioso, se le acelera la respiración, se enrojece la cara, pueden sudar, especialmente en las manos… Además, tienden a gesticular menos de lo normal, esconder las manos o no mirar a los ojos y se les ve bastante incómodos.

  • Lenguaje verba l. Cuando mienten, suelen dar pocos detalles, ni hacer referencias de cuándo pasó, dónde… Intercalan las mentiras dentro de todas las verdades posibles, pero aun así podemos encontrar contradicciones o lapsus.


¿QUÉ HACER ANTE LA MENTIRA?

Antes de nada, tenemos que valorar las razones por las cuales el niño ha mentido, para poder actuar de una manera más adecuada y eficaz. Una vez identificados los motivos, podemos seguir las siguientes pautas:

  • Reaccionar con calma aunque con severidad.

  • Valorar cuando el niño confiesa la verdad. Si es castigado a pesar de haber confesado, podemos estar reforzando su hábito de mentir. Además, hay que cuidar la forma en la castigamos cuando no lo reconoce, pues si es desproporcionada, la tentación de volver a mentir se incrementará.

  • Ante posibles preguntas “difíciles” o incómodas que nos pueden hacer, mejor evitar la mentira y responder siempre con un “no lo sé” o “déjame que lo piense”.

  • No mentirles ni prometer cosas que no sabemos si podremos cumplir, para darles ejemplo.

  • Reforzar la confianza en sí mismos para evitar que mientan con el fin de buscar la aprobación de sus compañeros o de otros adultos.

  • Aceptar que los niños no son perfectos, y que a veces fallan o no cumplen nuestras expectativas.

  • Explicar con claridad la diferencia entre la verdad y la mentira.

  • Aunque algunas mentiras puedan ser graciosas, nunca reírse. No tienen que ver que aprobamos ese comportamiento, pero tampoco ridiculizarle por ello.





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